Aunque algunos mohos no causan reacciones adversas cuando se comen, otros pueden causar problemas respiratorios o reacciones alérgicas graves. Además, algunos mohos producen micotoxinas peligrosas que pueden enfermar a las personas, según el USDA.
Los diferentes tipos de moho pueden verse como puntos verdes, pelaje gris, polvo blanco o parches redondos de terciopelo en los alimentos. El USDA no recomienda cortar la porción mohosa de los alimentos porque el moho visible es solo una pequeña porción de la planta. Las raíces invisibles típicamente se introducen profundamente en la comida, afectando a veces todo el plato. El crecimiento de moho se puede minimizar manteniendo desinfectados los trapos y esponjas y limpiando el refrigerador con bicarbonato de sodio cada pocos meses para eliminar las esporas de moho.
Las variedades duras de queso, como el queso cheddar, son seguras siempre que se corte una pulgada extra de queso alrededor del molde. Los quesos rallados, los quesos desmenuzados y las variedades blandas, como el requesón, deben desecharse cuando aparece moho. Además del peligro que presenta el propio moho, las bacterias dañinas como la E. coli, la salmonela y la brucella pueden crecer en las mismas condiciones. La Clínica Mayo aconseja a las personas que desechen cualquier tipo de queso mohoso del que no estén seguros.