Los quesos blandos comienzan a producir moho dentro de la semana de su apertura. Los quesos semiblandos, como la mozzarella, Monterey Jack y feta, duran de dos a tres semanas sin moho. Los quesos firmes, como Cheddar, Colby y Swiss, pueden durar hasta cinco semanas.
Los quesos más resistentes al moho son los duros, como el parmesano, que duran hasta 10 meses. Los factores clave que influyen en el crecimiento del moho son el nivel de pH y la actividad del agua. Algunos quesos, como el queso azul, ya contienen moho cuando se consumen. Un poco de moho en el queso puede ser tóxico, por lo que siempre verifique dos veces antes de consumir queso que contenga moho.