La leche esterilizada se crea al calentar la leche a través de un proceso de temperatura ultra alta, también conocido como UHT. Este proceso destruye los microbios y las bacterias que se encuentran en la leche, lo que aumenta su vida útil.
La esterilización requiere calentar la leche a temperaturas de hasta 135 grados centígrados y envasar la leche en recipientes asépticos. Luego, estos contenedores se sellan herméticamente, se controlan estrechamente para detectar microbios y se desinfectan cuando sea necesario.
Cuando la leche se calienta, se producen reacciones químicas que pueden cambiar sus propiedades físicas. El calentamiento de la leche puede causar una reducción de los niveles de pH, la precipitación de fosfato de calcio y la desnaturalización de las proteínas. Las reacciones químicas en la leche no son sensibles a la temperatura, por lo que el uso de procesos de temperatura ultra alta y las técnicas de enfriamiento y calentamiento rápido ayudan a reducir la cantidad de reacciones químicas en la leche.