El salami se puede congelar durante dos o tres meses. El salami sin abrir se puede almacenar en el refrigerador hasta por seis meses. El salami abierto o en rebanadas se mantiene bien en el refrigerador durante dos o tres semanas.
La mejor manera de congelar el salami es almacenarlo en un recipiente hermético. El salami debe congelarse antes de la fecha de "venta" que se encuentra en el envase. El salami refrigerado también se puede colocar en un recipiente hermético para evitar la entrada de contaminantes y humedad. Antes de consumir salami, compruebe siempre la frescura. Normalmente, el salami en mal estado aparece gris o marrón alrededor de los bordes y puede desprender un olor agrio.