Tanto las sodas regulares como las dietas están relacionadas con la obesidad, ciertos tipos de cáncer y el daño renal, y las sodas regulares están acusadas de elevar la presión arterial. Los refrescos regulares también son una fuente importante de calorías y azúcares vacíos en la dieta de las personas, y los nutricionistas y los médicos recomiendan que cualquiera que busque perder peso comience eliminando los refrescos por completo. También se teoriza que el cuerpo tiene dificultades para reconocer las calorías de los líquidos.
Algunos estudios indican una relación entre los refrescos de dieta y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, mientras que otros han anunciado que los edulcorantes artificiales que se encuentran en los refrescos de dieta aumentan el apetito. Existe un alto grado de correlación entre el sobrepeso y el consumo de bebidas azucaradas. El seguimiento de calorías ha informado que las personas que beben refrescos en ciertos días tienen más probabilidades de comer en exceso en esos días, dando lugar a la teoría de que el cuerpo tiene dificultades para reconocer las calorías de los líquidos y obliga a las personas a aumentar la ingesta de calorías.
La investigación también demuestra que el cuerpo metaboliza el azúcar de los refrescos de manera diferente, convirtiéndolo en grasa en lugar de combustible. Si bien la fructosa natural es saludable, la alta cantidad de fructosa que se encuentra en las bebidas carbonatadas se procesa en el hígado, donde se convierte en una grasa que pone a las personas en riesgo de diabetes y enfermedad hepática.