La leche fría tarda mucho más en echarse a perder que la leche tibia. Sin embargo, la leche tibia es mejor para las recetas y la sabiduría popular dice que es una excelente ayuda para dormir.
Las normas de seguridad alimentaria recomiendan que la leche que no se usa de inmediato se almacene a una temperatura inferior a 45 ° F. Esto evita el crecimiento de bacterias peligrosas que podrían causar que la leche se cuaje o produzca enfermedades en quienes la beben. Los ancianos, los bebés, las personas embarazadas y cualquier persona con una condición inmunológica comprometida como el lupus o el VIH son especialmente vulnerables.
Sin embargo, cuando la leche se toma inmediatamente después de calentarla o se usa para hornear recetas, el crecimiento de bacterias no es un problema. Muchas personas juran por la leche caliente como una cura para el insomnio, pero el New York Times señala que este efecto soporífero es probablemente solo psicológico. La leche contiene triptófano, un neuroquímico que promueve el sueño, pero la proteína en la leche dificulta que el triptófano cruce la barrera hematoencefálica. Los carbohidratos consumidos en combinación con la leche facilitan el cruce del triptófano y en realidad promueven el sueño.
Al hornear, la leche tibia o al menos a temperatura ambiente hace que los pasteles sean más suaves. La temperatura más alta hace que sea más fácil que la leche se mezcle con los otros ingredientes, produciendo batidos más suaves que atraparán el aire y producirán una miga más esponjosa cuando se hornean. La leche se debe dejar afuera por 30 minutos a 1 hora antes de hornearla, pero recuerde que solo debe dejar la cantidad de leche que sea necesaria para evitar el deterioro.