Es casi imposible arreglar una salsa a la que se le haya agregado demasiada sal; sin embargo, el cocinero podría diluir la salsa o agregar otros ingredientes que puedan dominar la sal, como el jugo de limón, el vino o el vinagre, aunque esto puede no ser adecuado para una salsa de tomate. La adición de almidones, como fideos o arroz, puede absorber algo del exceso de sabor salado. Los fideos o el arroz se pueden quitar antes de servirlos.
Si la salsa se diluye, otros sabores también se reducirán, por lo que el cocinero debe estar preparado para condimentar la salsa con más ingredientes. Una salsa espesa y cremosa será difícil de diluir, por lo que este consejo se utiliza mejor en un caldo de salsa.
Para evitar demasiada sal en el futuro, el cocinero debe agregar sal gradualmente y probarla regularmente. Una sopa u otra salsa se volverá más salada a medida que hierva a fuego lento, por lo que probar la salsa después de que se acaba de agregar la sal puede no dar un sabor preciso. Cocinar no es una ciencia exacta, por lo que una de las mejores cosas que un cocinero puede hacer es degustar y luego ajustar. Repetir esto con frecuencia durante el proceso de cocción es una de las mejores maneras de garantizar que la comida no sea demasiado salada cuando se sirva.