El calor solo no hace que la leche se cuaje, pero si se agrega una pequeña cantidad de ácido, se puede producir leche cuajada. Cuanto menor es el contenido de grasa en la leche, más probabilidades hay de cuajar.
Para estar seguro, todos los productos lácteos bajos en grasa deben calentarse a no más de 180 grados Fahrenheit. Si una receta requiere que se agregue jugo de limón o vinagre a la leche, debe estar fría para evitar que se cuaje. Si se requiere calentamiento, la adición de un almidón, como harina o almidón de maíz, estabiliza la leche, evitando la cuajada. Si la leche no calentada (a la que no se le ha añadido ácido) se cuaja, se echa a perder y debe desecharse.