La mayoría de las cervezas se congelan a 27 grados Fahrenheit o alrededor de -2 grados Celsius. Las cervezas ligeras se congelan a una temperatura ligeramente superior a 31 grados Fahrenheit o -0.5 grados Celsius.
Para servir cerveza fría, debe almacenarse a una temperatura de 36 a 40 F o de 2 a 4 C. Almacenar la cerveza a la temperatura adecuada es importante para mantener el nivel de carbonatación de la cerveza cuando se sirve. No debe congelarse porque hará que sus ingredientes se descompongan y se formen escamas. A medida que la cerveza se enfría a más de 38 grados Fahrenheit, pierde gradualmente su distintivo sabor, aroma y espuma.