La yema de huevo se compone de grasas, proteínas, colesteroles y carbohidratos, que pesan aproximadamente 4.5 g, 2.7 g, 210 mg y 0.61 g respectivamente. En comparación con la blanca, la yema representa 33 porcentaje del contenido líquido total de un huevo o de una célula de huevo, en el caso de animales que no ponen huevos. Dado que es la fuente de alimento para el embrión en desarrollo, la yema de huevo es rica en minerales y vitaminas.
Además de las proteínas, las grasas, los carbohidratos y el colesterol, la yema de huevo contiene vitaminas liposolubles, como las vitaminas A, D, E y K. Una de las razones por las que la yema de huevo es de gran importancia para el desarrollo de los embriones es que Es una de las pocas sustancias alimenticias que contienen vitamina D de origen natural. La yema de huevo también contiene ácidos grasos saturados e insaturados. Los ácidos grasos insaturados que se encuentran en la yema de huevo son ácido oleico, ácido linoleico, ácido palmitoleico y ácido linolénico, mientras que los ácidos grasos saturados encontrados en la yema de huevo son ácido palmítico, ácido esteárico y ácido mirístico. Los otros componentes notables de la yema de huevo son la lecitina y el aceite de huevo. Este último se utiliza normalmente en productos cosméticos y farmacéuticos. Las xantofilas, que son carotenoides, son responsables del color amarillo de la yema de huevo. Los dos carotenoides que se encuentran en grandes cantidades en la yema de huevo son la luteína y la zeaxantina.