Lavar los platos normalmente. Prepare la solución desinfectante de cloro agregando 2 cucharaditas de cloro a 1 galón de agua tibia. Remoje cada plato en el agua de lejía por al menos 2 minutos. Escurra los platos empapados, y deje que se sequen naturalmente.
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Lave los platos con detergente
Retire los residuos de alimentos de los platos antes de usar la solución de lejía. Esto es importante porque poner los alimentos en la lejía diluye su concentración de cloro y destruye su poder desinfectante. Coloque los platos limpios en una pila hasta que estén listos para la desinfección.
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Prepare la solución de lejía
Agregue 2 cucharaditas de lejía de cloro a 1 galón de agua tibia en un recipiente grande. No haga más de 3 galones a la vez. Si no está seguro de la concentración de cloro en el agua, use las tiras reactivas de cloro para asegurarse de que la solución sea de al menos 200 ppm. Las tiras reactivas también son útiles si el agua es extremadamente dura porque los sólidos disueltos en el agua reaccionan con la lejía y debilitan su capacidad de desinfección.
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Enjuague los platos en la solución de lejía y agua
Agregue los platos limpios a la tina de agua que contiene el agua clorada. Permítales sentarse en el agua por al menos 2 minutos. No use la solución con platos que estén hechos de aluminio, acero no inoxidable, esmalte desconchado o plata, ya que la lejía decolora estos materiales.
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Retire los platos del agua clorada
Retire todos los platos de la solución de cloro y agua, usando guantes si es necesario para proteger la piel de sus manos. Repita el proceso de enjuague con cualquier plato adicional. Deseche el agua de lejía.
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Lavar los platos al aire
Los platos ahora son sanitarios, por lo que frotarlos con un paño sucio es contraproducente. Permita que los platos desinfectados se sequen en un estante para platos hasta que toda el agua se haya evaporado. Ahora están listos para almacenar.