La antigua Persia era predominantemente una economía agrícola. A medida que su imperio se expandía, los persas aumentaban las redes de comercio con las personas a las que habían sometido.
Como parte de la expansión del imperio persa bajo Darío I, los persas buscaron fortalecer el comercio con las economías locales en lugar de destruirlos hacia el objetivo general de la prosperidad económica. Dentro de este nuevo sistema, desarrollaron monedas oficiales e impusieron un impuesto del 20 por ciento para las poblaciones locales. Los persas mismos no pagaron impuestos, pero el 20 por ciento era una tasa moderada en ese momento. Esto mantuvo a los sujetos del imperio persa lo suficientemente contentos como para no rebelarse.
Durante el reinado de Darío I, los persas también introdujeron técnicas de agricultura y riego en las áreas en las que se habían expandido.