A pesar de su aspecto modesto, Maximilien Robespierre llegó a simbolizar tanto la brutalidad como el idealismo de la Revolución Francesa. Sus contemporáneos lo describieron como un dictador tiránico o un líder democrático revolucionario. Dirigió el Comité de Seguridad Pública y fue responsable del Reinado del Terror que comenzó con la ejecución de María Antonieta y causó la muerte de 30,000 personas.
Robespierre fue llamado "el Incorruptible" por sus compañeros, lo que refleja sus mayores virtudes y defectos: era muy moral pero extremadamente inflexible, dispuesto a defender sus creencias hasta extremos. Durante el Reinado del Terror, alentó a los ciudadanos a informarse mutuamente, dando muerte a cualquiera que cayera bajo sospecha de pedir una contrarrevolución. Finalmente, incluso sus partidarios se volvieron hacia él. Los jacobinos radicales lo ejecutaron, terminando oficialmente el Reino del Terror.
Aunque la Revolución Francesa tenía múltiples líderes responsables de las ejecuciones en masa, la política inflexible de Robespierre dominó el discurso de la época e influyó grandemente en la severidad de los castigos. Antes de asumir el control, las ejecuciones eran relativamente raras, pero los historiadores teorizan que disfrutaba poder silenciar a sus oponentes de manera permanente y eficiente. Su ascenso al poder y su posterior caída reflejan los ideales de alta mentalidad de la Revolución, así como su corrupción.