Barack Obama, el 44.o presidente de los Estados Unidos, no es un socialista. Si bien existen diferentes teorías y enfoques entre los socialistas, todos ellos abogan por alguna forma de propiedad social o estatal sobre los medios de producción. Obama propone nada de esto.
Aunque Obama ha abogado por una regulación mejorada e incluso estructural de ciertas industrias, incluida la atención de la salud, esto no sugiere de ninguna manera un movimiento hacia un socialismo total. En contraste, Obama recibió un amplio apoyo de los intereses de Wall Street durante la campaña y, a partir de 2014, sigue recibiendo solo la aprobación silenciosa de sus decisiones de política por parte de los socialistas estadounidenses autoidentificados.
El término "socialista", como se aplicó a Obama, puede haberse convertido en una palabra de temor o peyorativo desplegada por algunos conservadores convencidos de su capacidad para sorprender al público y crear divisiones ideológicas entre el electorado, según CNBC. Esto, sugiere la misma fuente, posiblemente se deba al debilitamiento del valor de choque de palabras como "liberal" en el discurso político estadounidense. Si bien Obama puede apoyar algunas políticas de inspiración socialista cuando se aplica a temas de justicia social y protecciones públicas, una amplia coalición de estadistas y mujeres estadounidenses ha apoyado políticas similares durante generaciones, tanto republicanas como demócratas. Algunas de estas políticas se han convertido en características esenciales de la democracia capitalista de Estados Unidos, como la regulación gubernamental de la seguridad de los alimentos y el lugar de trabajo, la seguridad social, Medicaid y Medicare, junto con las protecciones públicas para los veteranos y sus familias.