Tener cierto grado de autocontrol, también llamado fuerza de voluntad, es importante para permitir que las personas mantengan estilos de vida saludables, como hacer ejercicio regularmente, controlar la ingesta de alimentos y trabajar más. La fuerza de voluntad afecta muchas áreas de la vida, incluidas las decisiones personales, las interacciones sociales y la conducta en entornos sociales como la escuela y el lugar de trabajo. Los psicólogos consideran que el autocontrol, junto con la inteligencia, son dos rasgos humanos clave que producen muchos beneficios para las personas y otras personas que los rodean.
Tener fuerza de voluntad capacita a las personas para tomar decisiones inmediatas y de largo plazo que, en última instancia, afectan su calidad de vida y pueden ayudar u obstaculizar sus esfuerzos para ser más productivos y disciplinados. La fuerza de voluntad también puede ayudar a reducir muchos problemas que afectan a la sociedad en general, como la adicción a las drogas, comer en exceso, el abuso doméstico, los prejuicios, los gastos excesivos y la disminución del rendimiento en la escuela o en el trabajo. Aunque algunas personas tienen niveles de fuerza de voluntad más altos que otros, este rasgo se puede aprender y practicar al participar en ciertas actividades. La construcción de la fuerza de voluntad suele suceder dando un paso a la vez, y comienza con la toma de decisiones inteligentes y la abstención de actividades y situaciones que reducen, o agotan, los niveles innatos de autocontrol. La fuerza de voluntad se puede derivar de actividades básicas, como usar la mano izquierda en lugar de la mano derecha para abrir puertas y frascos, así como establecer planes a largo plazo para mejorar la gestión financiera y reducir los gastos frívolos.