Entre 1775 y 1908, la Revolución Industrial produjo avances tecnológicos en el transporte, la comunicación y la productividad. Estas invenciones dieron forma al mundo moderno y continúan influyendo en las invenciones tecnológicas.
En 1775, la máquina de vapor de James Watt provocó la Revolución Industrial al crear un nuevo mecanismo para alimentar locomotoras y maquinaria. Esto hizo posible construir fábricas y operar maquinaria incluso cuando no se disponía de energía hidráulica. También inspiró a Robert Fulton a lanzar barcos de vapor en el río Hudson en 1807, abriendo la puerta para viajes transatlánticos. La máquina de vapor condujo al desarrollo del motor eléctrico en 1888 y al motor diesel en 1892, lo que impulsó el desarrollo de la industria automotriz.
Samuel Morse inventó el telégrafo en 1836, un importante desarrollo tecnológico en la comunicación. Este dispositivo utilizaba corrientes electromagnéticas para crear códigos que podían transmitirse a grandes distancias a través de tiras de papel, lo que llevó a Cyrus Field a inventar el cable transatlántico en 1866 y Alexander Graham Bell a realizar la primera llamada telefónica en 1876.
Otros desarrollos de la Revolución industrial que aumentaron la productividad industrial fueron la ginebra de algodón de Eli Whitney en 1798, la máquina de coser de Elias Howe en 1844 y el aprovechamiento de electricidad de Thomas Edison para crear la primera bombilla en 1879.