Las principales causas de la Revolución rusa de 1917 fueron la pobreza de la clase campesina, el surgimiento de la clase industrial urbana, el ejército anticuado y oprimido, un movimiento intelectual en crecimiento y la ineficiencia y autocracia del régimen zarista. La revolución fue catalizada por la participación catastrófica de Rusia en la Primera Guerra Mundial, durante la cual las masivas bajas y los gastos provocaron hambruna y malestar.
Aunque en teoría los campesinos rusos a principios del siglo XX eran dueños de su propia tierra, estaban profundamente endeudados y apenas sobrevivían con técnicas y equipos agrícolas anticuados de subsistencia. Muchos se mudaron a las ciudades para buscar trabajo en las fábricas en expansión, pero se encontraron con malas condiciones de vida, bajos salarios y ningún derecho como trabajadores. El zar, tratando de gobernar solo un país enorme, ignoró a la Duma, al parlamento ruso, así como a las súplicas de los campesinos y el proletariado, optando por aplastar a su oposición en lugar de considerar sus quejas. Esto dejó a los pobres abiertos a la propaganda de los bolcheviques y otros disidentes que alentaron la revolución contra el régimen zarista.
Al principio, la Primera Guerra Mundial inspiró el patriotismo, pero pronto se hizo evidente que el ejército ruso estaba irremediablemente mal equipado y mal dirigido, ya que comenzó a sufrir grandes pérdidas y grandes derrotas. El zar se había alejado de los oficiales y las deserciones se convirtieron en algo común. Cuando comenzó la revolución, el Zar llamó al ejército para restablecer el orden, pero muchas de las tropas se amotinaron y se unieron a los manifestantes.