Dos de los muchos cambios que Enrique VIII hizo a la Iglesia durante su reinado fueron el rechazo de la autoridad papal mediante el Acta de Supremacía, que lo convirtió en el jefe de la Iglesia en Inglaterra, y la Disolución de los Monasterios, que tuvo Aterriza lejos de la Iglesia Católica en Inglaterra y la redistribuye entre los partidarios del rey. Aunque Henry se adhirió a las creencias de la Iglesia católica, no reconoció la autoridad del papa en Roma, y luego persiguió a los católicos.
Henry promovió la destrucción de los santuarios que se habían erigido para honrar a los santos. En 1533, se aprobó el Estatuto de Restricción de Apelaciones, lo que convirtió en un alto delito la introducción de un documento formal emitido por el Vaticano, o toro papal, en Inglaterra. Aunque Henry rechazó la autoridad del Papa como líder espiritual de la Iglesia, los cambios radicales promovidos por los reformadores protestantes no fueron tolerados durante el reinado de Henry.