Enrique VIII se separó de la Iglesia Católica para poder divorciarse de su primera esposa, Catalina de Aragón, y casarse con su amante Ana Bolena.
El año era 1527, y Enrique VIII quería un heredero varón. Desafortunadamente, su esposa era demasiado vieja para tener un hijo, por lo que necesitaba una nueva esposa. En ese momento, el divorcio no estaba permitido en la Iglesia católica, y si Henry se divorciaba sin el permiso del papa, podía ser excomulgado o expulsado de la iglesia, un destino que finalmente llevaría a una eternidad en el infierno. >
Henry le pidió al Papa una dispensa para obtener un divorcio, pero el Papa no le concedería eso. En respuesta, Henry le pidió al arzobispo de Canterbury que le concediera el divorcio, y el obispo no tuvo más remedio que cumplir. El Papa se horrorizó, pero Henry aprovechó la ocasión para separarse de la Iglesia Católica y establecer la Iglesia de Inglaterra.
La ruptura con la Iglesia Católica tuvo consecuencias de gran alcance, y subvirtió el orden mundial actual. Antes de la ruptura con la Iglesia Católica, la jerarquía comúnmente aceptada era Dios, papa, rey, pero Henry se metió entre el papa y Dios en un movimiento sin precedentes. En última instancia, la ruptura abrió la puerta para que la Reforma protestante entrara en Inglaterra, pero ese movimiento no ganó velocidad en el país hasta después de la muerte de Henry durante el reinado de Eduardo VII.