Las ondas de sonido requieren un medio, como el aire o el agua, para poder viajar, y el espacio exterior no contiene un medio suficiente para que esas ondas de sonido puedan viajar. Cuando un sonido es liberada desde una fuente, la onda hace que las moléculas de un medio vibren y colisionen entre sí, lo que produce un sonido que los oídos pueden detectar. Sin embargo, dado que las moléculas en el espacio exterior están demasiado separadas para interactuar adecuadamente, vibrar y chocar entre sí, el oído humano no puede escuchar el sonido en el espacio.
Anteriormente se creía que el espacio no contenía absolutamente ningún medio, pero estudios recientes han demostrado que el espacio exterior contiene de hecho una pequeña cantidad de moléculas. Sin embargo, estas moléculas están demasiado separadas para afectar una onda de sonido y producir un sonido detectable. La NASA ha desarrollado formas de medir las ondas de plasma, que solo pueden ser captadas por equipos especializados, con el despliegue de la Voyager I. Si bien esto muestra que ciertas ondas pueden viajar a través del espacio, esto no significa que los oídos humanos estén lo suficientemente avanzados para escucharlos. Los "sonidos", que no son técnicamente los sonidos como se entienden comúnmente, pero son ondas de electrones en el gas ionizado por el que atraviesa el instrumento de detección de plasma. Estas ondas de plasma también son instigadas por grandes eventos, como las tormentas solares. En conclusión, las ondas de sonido no pueden viajar a través del espacio, ya que las moléculas están demasiado separadas para interactuar, vibrar y chocar entre sí.