Según la Historia del Patrimonio, Napoleón atacó Portugal debido a la negativa del país a unirse a su Sistema Continental. En 1806, intentó emprender una guerra económica forzando a Francia, sus territorios capturados y los aliados del país a negarse a hacer negocios con Inglaterra en un intento de debilitar a la nación isleña. Portugal se negó a seguir el juego y firmó un tratado con Inglaterra, y en respuesta, Napoleón invadió Portugal en 1807.
A principios del siglo XIX, Francia no podía igualar el poder naval de su rival Inglaterra, por lo que Napoleón intentó hacer la guerra económicamente a sus enemigos. La negativa de Portugal a unirse a este ataque sirvió como una fácil justificación para su invasión, pero además, claramente quería acceder a la marina de Portugal para reforzar sus propias fuerzas. Los barcos portugueses se consideraban casi iguales a los británicos, e incluso algunos barcos más podrían resultar valiosos. Los británicos acudieron rápidamente en ayuda de Portugal y, junto con las insurrecciones dentro de España, esta maniobra militar obstaculizó a los franceses e impidió una toma fácil. En última instancia, la situación política en la península ibérica requería demasiados recursos del imperio para controlar, y la eventual entrada de Austria en la guerra redirigió la atención de Napoleón hacia asuntos más apremiantes que la nación de Portugal.