Uno de los objetivos principales de la Revolución Francesa que finalmente logró Napoleón fue la reforma civil. Aunque impuso su voluntad tiránica a sus súbditos, también fue responsable de la unificación y codificación de las leyes francesas.
La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 exigía derechos naturales, imprescriptibles e inalienables. Los cahiers de doleances, o listas o quejas, de los Estados Generales deseaban la reforma y la codificación de la ley francesa. Sin embargo, a pesar de muchos intentos, los gobiernos revolucionarios no lograron este objetivo. No fue hasta 1800 que el gobernante consular de Francia, Napoleón Bonaparte, encargó un código civil nacional uniforme.
Napoleón afirmó que este nuevo código sería uno que cada hombre pudiera leer y entender y permitiría a cada ciudadano conocer los principios de su conducta. Finalmente, en 1804, el Código Civil Civil, o el Código Napoleón, se convirtió en ley. Ese mismo año, Napoleón se proclamó emperador de Francia.
El código fue moderado e incorporó una serie de fuentes legislativas, entre las que se incluyen couotumes, ordenanzas reales, ley romana, ley canónica y otras leyes francesas previamente establecidas. Aunque Napoleón fue emperador por solo 11 años, el código se convirtió en la base de la vida francesa por más de 150 años antes de su revisión.