En el antiguo Japón, el sintoísmo y el budismo se combinaron en una forma de religión únicamente japonesa. Durante la regencia de Fujiwara, la clase militar se levantó alrededor de los ideales de los samurai, y grandes familias militares se formaron alrededor de poderosas figuras políticas. La era medieval japonesa también vio un cambio hacia una sociedad feudalista. Japón logró repeler dos invasiones mongoles, y una guerra civil llevó al país a un período de gobierno Ashikaga.
La regla de Ashikaga, conocida como Muromachi, duró desde 1336 hasta 1573, y sucedió al período de la regla de Kamakura. Los Ashikaga no eran tan poderosos como los Kamakura, y debido al caos de la guerra civil, los líderes no pudieron introducir la ley y el orden hasta que el tercer shogun Ashikaga Yoshimitsu se hizo cargo. Yoshimitsu permitió que los fuertes gobernantes regionales se establecieran; estos líderes serían llamados más tarde el daimyo, y eventualmente sirvieron como oficiales del shogun.
Yoshimitsu logró unir las Cortes del Norte y del Sur. Sin embargo, los shogunes que siguieron los pasos de Yoshimitsu no pudieron mantener el control ni dictar la línea de sucesión, y el poder cambió cada vez más en favor del daimyo. La familia Ashikaga no pudo mantener su propia base de poder y establecer una línea de sucesión, lo que resultó en la guerra de Onin, que comenzó en 1467 y fue el comienzo de un siglo de guerra y caos.
