Ben Franklin tenía muchos pasatiempos, como nadar, leer y realizar experimentos científicos. Su fascinación por la electricidad lo llevó a inventar el pararrayos, que resultó ser un excelente dispositivo de seguridad que protegía los hogares de incendiarse en tormentas eléctricas.
Franklin fue admirado como un personaje y erudito en Francia y Gran Bretaña, así como en América. Era un anglófilo franco, amigo de los nativos americanos y fuerte creyente en la virtud y la superación personal. Se enseñó a sí mismo cinco idiomas además del inglés, pero nunca dominó ninguno de ellos.
Como amante de la música, Franklin inventó un instrumento musical, la armónica de cristal, y también podía tocar varios instrumentos musicales. Su amor por la natación lo llevó a impresionar a sus amigos británicos nadando hábilmente a través del río Támesis. Franklin siguió nadando y enseñando a otros la habilidad hasta los 70 años.
El amor de Benjamin Franklin por la lectura también lo inspiró a escribir. Produjo ensayos bajo un seudónimo, "Silence Dogood", cuando fue aprendiz en el periódico de su hermano. Fue su aprendizaje lo que lo llevó a partir a América, que fue cuando se sintió obligado a ejercer su independencia de los tratos duros de su hermano "tiránico" en el periódico.