Las fosas nasales externas, o fosas nasales, realizan la función básica de ser el pasaje a través del cual el oxígeno ingresa al cuerpo. Las fosas nasales tienen muchas partes diferentes dentro de ellas que realizan sus propias funciones individuales.
Las fosas nasales de los mamíferos y las aves tienen cartílagos llamados cornetes. Estos cornetes calientan el oxígeno que ingresa a través de las fosas nasales para ayudar a que los pulmones funcionen de manera más eficiente y humidificar el aire para prevenir la sequedad de los pulmones.
Entre las fosas nasales está el tabique. Consta de cuatro huesos y cartílago y cumple las funciones de separar las cavidades nasales derecha e izquierda, brindando soporte a la nariz y regulando el flujo de aire en las fosas nasales.
En la parte superior del septum, los humanos tienen dos nares internas adicionales. Estos se llaman nares posteriores, o choanas. Las narinas posteriores contienen aproximadamente 1,000 mechones de cabello, llamados cilios. Los cilios cumplen la importante función de filtrar el polvo y otras partículas antes de que lleguen a los pulmones. Esto ayuda a proteger el pasaje nasal y otras partes del tracto respiratorio.
Más allá de los cilios, en el extremo posterior de la cavidad nasal, se encuentra el epitelio olfativo. El epitelio es lo que hace que la nariz sea capaz de oler. Consiste en células receptoras que envían señales al cerebro cuando son afectadas por una molécula de una sustancia. La señal es leída por el cerebro, que la decodifica usando la memoria para determinar varios olores.