En la Primera Guerra Mundial, la propaganda se utilizó para evocar emociones particulares en sus audiencias, desde la compasión y el orgullo nacional hasta el miedo y el terror. Los países lanzaron campañas de propaganda a gran escala con departamentos dedicados para promover el esfuerzo de guerra mediante el reclutamiento y las finanzas.
La primera tarea de las máquinas de propaganda de la Primera Guerra Mundial fue obtener el control de todos los medios de comunicación. Esta acción no solo conformó la forma en que la guerra fue vista por las poblaciones ciudadanas, sino también por la comunidad internacional. Esto podría convencer a los jóvenes a tomar las armas en defensa de un ideal inmaterial o influir en naciones neutrales para que dejen de apoyar a un enemigo y brinden ayuda a un solo lado.
La propaganda llegó en muchas formas, desde periódicos hasta carteles y discursos. Las administraciones de periódicos se alegraron de alimentar las máquinas de propaganda, imprimiendo sus sensacionales titulares. El papel de los periódicos fue particularmente evidente en los Estados Unidos, donde en 1914 hicieron hincapié en el aislacionismo. Para 1916, los titulares informaron a ambos lados con neutralidad y, a medida que se acercaba 1918, pasaron a una posición de acción necesaria. Los carteles y dibujos a menudo dependían del simbolismo para agitar las emociones de los ciudadanos de los países. Los carteles y la propaganda de los aliados eran más sutiles que los de los alemanes y, después de la guerra, se consideraron superiores y un factor importante en la victoria de los aliados.