Las excavaciones y las actividades agrícolas son las dos formas principales en que los humanos influyen en la geosfera. Un ejemplo del siglo XX fue el Dust Bowl, en el que las prácticas agrícolas en el medio oeste llevaron a la erosión del suelo superficial, las Grandes Llanuras, en gran medida incapaces de soportar cultivos.
Debido a la pérdida de la capa superior del suelo en el medio oeste, enormes nubes de polvo comenzaron a soplar en todo el país, incluida una que llegó hasta 10.000 pies y llegó hasta la ciudad de Nueva York. La agricultura de tal manera que permita que la capa superior del suelo se erosione, deja una capa superior de polvo en el suelo. En los años en que se produce la sequía, esta tendencia se vuelve especialmente dañina, ya que la capa superior simplemente desaparece.
Las excavaciones son otra forma en que las personas pueden dañar la geosfera. Sin embargo, en su mayor parte, la geología de la tierra tiene a los humanos a su merced. Los terremotos y los volcanes son eventos naturales que rápidamente superan la capacidad del público para responder de manera significativa. Los intentos de predecir los próximos terremotos y volcanes ofrecen a las personas otra vía de conexión con la geosfera, al igual que la creciente capacidad de la tecnología geotérmica para extraer calor de la mitad de la tierra para aplicaciones de control de clima en el hogar.