Las moléculas de un reactivo se combinan con las de otro reactivo para formar una nueva sustancia durante una reacción química. A medida que los enlaces químicos se rompen, las posiciones de los electrones cambian, dando como resultado un producto con propiedades que son diferentes de las propiedades de los reactivos. Se necesitan varias temperaturas y catalizadores para que ocurran diferentes reacciones químicas.
En una reacción química, hay un cambio de electrones, pero no hay cambio de núcleos. Por lo tanto, los elementos presentes en el producto de la reacción siguen siendo los mismos que los elementos en sus reactivos originales. Hay reacciones químicas que ocurren espontáneamente sin la entrada de energía extra, mientras que otras necesitan la adición de calor, luz o electricidad.
Un ejemplo básico de una reacción química es la combustión de una vela, en la que el oxígeno se combina con las moléculas de la cera para fundirla en un nuevo producto. De manera similar, el proceso de fermentación y la reducción de minerales a metales son reacciones químicas bien conocidas. Una reacción química se puede percibir fácilmente a través de los sentidos porque implica la emisión de una cantidad considerable de calor, luz y gas. Además, el proceso forma un precipitado, que presenta un color que es diferente de los reactivos. Las reacciones químicas básicas involucran la combinación de elementos inofensivos, mientras que las reacciones químicas mayores involucran reactivos que a menudo son violentos y destructivos.