El canciller alemán Otto von Bismarck usó la expresión "Sangre y hierro", o más precisamente "Eisen und Blut", para describir cómo los grandes momentos de la historia se deciden a través del conflicto y la guerra. La frase de Bismarck estaba destinado a afirmar que las guerras deciden los principales acontecimientos de la historia, y se entregó como un llamamiento al Parlamento prusiano para aumentar el gasto en defensa.
El Rey Wilhelm I nombró a Bismarck como ministro presidente y ministro de asuntos exteriores después de repetidas negativas por parte del Prusiano Landtag, el cuerpo legislativo, para gastar más dinero en la construcción de fuerzas militares. Bismarck pronunció su famoso discurso en 1862 durante una comisión de presupuesto en el Landtag.
Bismarck expresó su frustración por lo que sintió que eran fronteras desfavorables otorgadas al Imperio Prusiano por los Tratados de Viena aprobados en 1814 al final de las Guerras Napoleónicas. Bismarck denunció al liberalismo en su discurso y pidió un énfasis directo en la expansión de la destreza militar de Prusia.
La frase "Sangre y hierro" definió gran parte de la carrera política de Bismarck. Como un poderoso político conservador, libró numerosas guerras para unificar efectivamente a los estados alemanes en un poderoso Imperio alemán bajo el liderazgo prusiano. A pesar de la reputación de Bismarck para la guerra, después de unir a los estados, pudo utilizar una diplomacia hábil en lugar de la fuerza para mantener la hegemonía que creó.