Para la mayoría de las personas en Francia, la vida estaba llena de desafíos, muchos vivían en la pobreza y pocos aseguraban empleos bien pagados. La población también aumentó rápidamente, lo que causó una mayor presión en los recursos disponibles.
Poco antes de la Revolución Francesa, se sabía que un pequeño porcentaje de la población compuesta por el clero y unos pocos nobles eran bastante ricos y tenían un estilo de vida lujoso. Sin embargo, la mayoría de la población formada por campesinos vivía en una pobreza extrema. La gente pasaba días buscando empleo sin suerte, y cuando finalmente encontraban trabajo, la paga solo era suficiente para alimentar a sus familias.
La mayoría de la gente vivía en el campo, ya que las condiciones eran un poco más soportables en comparación con la vida de la ciudad. Los residentes urbanos generalmente tenían una vida útil más corta ya que el aire estaba lleno de contaminación, mientras que el agua estaba bastante sucia. Los brotes de enfermedades fueron bastante rampantes y causaron muchas muertes tanto en la ciudad como en el campo.
La enorme brecha económica entre los campesinos y la élite es una de las razones principales por las que comenzó la revolución. Los campesinos tampoco gozaban de los mismos derechos que los que se consideraban ricos, y esto intensificó el descontento de la gente de Francia durante ese tiempo.