Los enlaces iónicos mantienen los átomos juntos usando la carga electrostática entre sus iones positivos y negativos. Estos iones se forman cuando los electrones se transfieren entre los átomos, la pérdida neta o ganancia determina si el ion es positivo, llamado Un catión, o un anión negativo.
Cuando los elementos se combinan a través de enlaces iónicos, formarán el ion más estable. Esto significa el ion para el cual la creación involucra la mayor cantidad de energía al regalar la mayor cantidad posible de electrones. La energía necesaria para eliminar los electrones de los átomos se llama energía de ionización. La cantidad de energía de ionización requerida aumenta con cada electrón eliminado y los electrones de nivel inferior requieren mucha más energía para eliminarse a medida que están más cerca del núcleo. Esto limita los iones en que se pueden convertir los átomos, evitando que desechen todos sus electrones. La principal forma de representar los enlaces iónicos es el diagrama de Lewis que muestra la transferencia de electrones, la polaridad y el producto del enlace. La unión iónica fue teorizada por primera vez por el físico británico Joseph John Thomson en 1897, después de haber descubierto el electrón. Sugirió en un artículo científico que los electrones podrían transferirse entre los átomos, dándoles una forma de carga magnética entre los nuevos átomos con carga positiva o negativa.