El Renacimiento fue un período durante el cual la transformación, la adopción y la elaboración se consideraron alternativas deseables a la adhesión estricta a los sistemas tradicionales de la época medieval que lo precedieron. Los nuevos conceptos, como la banca y la acuñación de dinero que comenzaron cerca del final del sistema feudal medieval, comenzaron a afianzarse y florecer en el nuevo clima urbano de las ciudades-estado del Renacimiento. El declive del sistema feudal y la economía de propiedad de la tierra que lo acompañaba abrió el camino hacia un mayor interés por el dinero como medio de intercambio mejorado durante el Renacimiento.
Durante el Renacimiento, las naciones-estado y las ciudades-estado gobernadas por monarquías comenzaron a ocupar el lugar de las casas señoriales feudales y los feudos. Las monarquías consideraban el comercio y el comercio como un medio para adquirir riqueza y poder y como una forma de debilitar la fuerza de los barones y terratenientes feudales. Los centros urbanos del Renacimiento se convirtieron en centros de influencia y riqueza, con el comercio y los préstamos de dinero como base.
El Renacimiento también despertó un mayor interés en la exploración marítima, pero con la intención de generar ganancias. El desarrollo de nuevas rutas comerciales accesibles por mar asumió el papel de un incentivo económico.