Ha habido algunos desacuerdos científicos sobre el tema del cerebro de Albert Einstein. Cuando murió en 1955, su cerebro fue inspeccionado por el patólogo Dr. Thomas Harvey, quien no vio nada fuera de lo común. Años más tarde, los científicos volverían a visitar el cerebro de Einstein y descubrirían que su composición era más extraordinaria de lo que el Dr. Harvey afirmó inicialmente.
En 1999, un estudio dirigido por Sandra F. Witelson examinó las muestras del cerebro de Einstein que el Dr. Harvey conservó. El estudio encontró que el cerebro de Einstein carecía de un pliegue específico conocido como el opérculo parietal, y que otras partes del cerebro, incluidas las que se ocupan del pensamiento matemático, estaban agrandadas, tal vez como resultado del opérculo parietal perdido.
Otro estudio publicado en 2013 mostró que Einstein tenía una proporción de cuerpos callosos más alta que el promedio, lo que ayuda a los dos hemisferios del cerebro a comunicarse. Estos factores pueden haber ayudado a que Einstein sea más inteligente, pero en general, su cerebro era de un tamaño normal.