La creencia subyacente de la Declaración de Independencia es que los hombres tienen derechos naturales otorgados por Dios y que el gobierno existe para proteger esos derechos. La premisa de esta doctrina vino de John Locke, quien creía que si El gobierno ya no sirve para proteger las necesidades de sus ciudadanos, entonces esos ciudadanos tienen el derecho de alterar o abolir el gobierno.
En el caso de las 13 colonias americanas, hubo una creciente insatisfacción con el gobierno británico, que culminó en una declaración de independencia del gobierno por parte del rey de Inglaterra. La piedra angular de la Declaración de Independencia, escrita principalmente por Thomas Jefferson y adoptada por el Congreso Continental el 4 de julio de 1776, es que todos los hombres son creados iguales. Sobre la base de esa premisa, hay derechos inalienables, incluido el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Luego, el nuevo gobierno está obligado a sentar las bases de los principios que tienen más probabilidades de garantizar la seguridad y la felicidad, así como de organizar al gobierno de una manera que facilite esos objetivos. La Declaración de Independencia estableció firmemente que las colonias pretendían, entre otras cosas, establecer el gobierno por representación, mantener un ejército permanente y tener un juicio por jurado. La Declaración fue firmada por 56 delegados de las 13 colonias, incluido John Hancock, presidente del Segundo Congreso Continental.