Los perros salvajes africanos son depredadores de alto rango en el ecosistema de la sabana, y los científicos los consideran depredadores de ápice. Los depredadores de ápice son aquellos que rara vez, si acaso, son cazados por otros depredadores como adultos. Los perros salvajes africanos consumen prácticamente todos los grandes herbívoros que comparten su hábitat, y temen a muy pocos depredadores.
Mientras los leones y las hienas manchan de rango, los perros salvajes africanos temen a muy pocos animales. Debido a que forman paquetes grandes de 30 o más animales, los perros salvajes africanos pueden atacar y matar presas muy grandes, incluyendo búfalos de agua, impalas y cebras. Los perros salvajes africanos no son muy grandes, y su éxito depende de sus números. Estos números también ayudan a los perros a defender sus muertes de hurgar leones y hienas. Además, los perros salvajes africanos comen muy rápido. Esto les ayuda a obtener tantas calorías como sea posible antes de que los competidores puedan robar sus alimentos.
A pesar de su destreza depredadora, los perros salvajes africanos ocasionalmente se convierten en presa de otros grandes depredadores, como leopardos, hienas, leones y cocodrilos. Sin embargo, las principales amenazas que enfrentan los perros salvajes africanos son la enfermedad y el hambre. Además de usar su velocidad y excelentes capacidades sensoriales, sus hábitos de formación de manadas ayudan a mantener a estos perros seguros. Los perros salvajes africanos cuidan muy bien a los miembros más débiles de su grupo, para protegerlos de los depredadores.