Para muchas personas, los primeros síntomas de una infección de la sangre, o sepsis, son respiración rápida y un cambio en el estado mental, como confusión o disminución del estado de alerta, según WebMD. Las personas también pueden experimentar náuseas, vómitos, fiebre, escalofríos o diarrea.
La sepsis es una condición grave en la que el cuerpo reacciona de forma exagerada ante una infección, afirma WebMD. El sistema inmunológico inunda el cuerpo con muchos químicos para evitar que la infección se propague, pero los químicos liberados en su lugar provocan una inflamación generalizada. A una persona se le diagnostica sepsis si desarrolla dos de las siguientes afecciones: una frecuencia cardíaca superior a 90 latidos por minuto, una frecuencia respiratoria de más de 20 respiraciones por minuto, una infección confirmada previamente o una temperatura corporal que baja a 98.6 grados Fahrenheit o inferior o se eleva a 101 grados Fahrenheit o superior, según la Clínica Mayo.
El primer paso para tratar la sepsis es un diagnóstico rápido, según WebMD. Esto puede incluir análisis de sangre para medir la cantidad de glóbulos blancos presentes en el cuerpo y radiografías para detectar infecciones. Una vez que se confirma el diagnóstico, el tratamiento generalmente incluye antibióticos de amplio espectro y líquidos por vía intravenosa para mantener la presión arterial alta de una persona. Una vez que se identifica la causa real de la infección, un médico puede comenzar a tratar esa causa en particular. Esto podría incluir cirugía o diálisis dependiendo del tipo de infección.