Los factores de herencia influyen en lo que un organismo desarrolla debido a influencias genéticas, mientras que el ambiente desempeña un papel en la determinación de en qué se convierte el organismo. Un ejemplo de esto es la altura, que está parcialmente determinada por la genes, pero también está determinado por las diferencias dietéticas.
El aspecto hereditario de la composición de un organismo depende de la genética que se transmite del ADN de sus padres. Por ejemplo, los gemelos idénticos tienen las mismas características externas, que heredan de los genes de sus padres. En contraste, las influencias ambientales son factores en el entorno de un organismo que hacen que se desarrolle. Un ejemplo de esto es la fenilcetonuria, que es un defecto genético que una vez resultó en dificultades de aprendizaje. Los científicos descubrieron que la reducción de la cantidad de fenilalanina en las dietas de niños con fenilcetonuria evitaba dificultades de aprendizaje. Esto demuestra cómo una influencia ambiental determina los resultados del organismo.
La herencia y los factores ambientales a menudo interactúan entre sí. Otro ejemplo son los gatos siameses, que están codificados genéticamente para tener un pelaje oscuro, pero desarrollan un pelaje más oscuro cuando viven en ambientes más fríos que la temperatura de su cuerpo. Otro ejemplo es el virus de la rubéola que cruza la placenta e infecta a un feto. Con este virus presente en el entorno del feto, es probable que desarrolle defectos congénitos.