Los lémures utilizan el ocultamiento y el camuflaje para protegerse. También tienen una prodigiosa capacidad de salto para huir de los depredadores. Cuando están en grupos, observan, escuchan y se alertan entre sí con diferentes avisos de advertencia de diversos depredadores como mamíferos, serpientes y aves. También escuchan las llamadas de alarma de las aves cercanas no depredadoras.
Algunas especies de lemur se alimentan solas por la noche para hacerse más invisibles y difíciles de rastrear. También alternan sitios para dormir para confundir a los depredadores y ocultarse en la espesa vegetación, en los hoyos de los árboles o en los nidos. Los lémures tienen un excelente sentido del olfato y evitan las áreas donde detectan las heces de los depredadores. Cuando los adultos están forrajeando, los bebés están escondidos en nidos o follaje, donde permanecen inmóviles hasta que los padres regresan. Los lémures que son forrajeadores durante el día, como el lémur de cola anillada, viven en grandes grupos con sistemas sociales elaborados. Las vocalizaciones complejas señalan no solo el peligro, sino también una amplia gama de otras comunicaciones auditivas. Los colores de su pelaje y la luz moteada del sol en los árboles crean el camuflaje natural que ha hecho que los lémures sean conocidos como fantasmas del bosque.
Los lémures viven solo en la isla de Madagascar, frente a las costas del sureste de África, y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza enumera varias especies como en peligro crítico o en peligro de extinción. La razón principal es la pérdida de hábitat debido a la invasión humana y la disminución de las selvas tropicales.
