Los hipopótamos se protegen con poderosas mandíbulas, dientes enormes y cabezas macizas. Sus colosales colmillos pesan hasta seis libras cada uno y son componentes importantes de su arsenal defensivo. Los hipopótamos sacan los dientes para intimidar a los intrusos, un comportamiento especialmente común entre los toros maduros que se pelean por el territorio. También entregan mordiscos mortales con la fuerza suficiente para cortar a la mitad cocodrilos adultos.
Los hipopótamos tienen pocos depredadores significativos. Pasan la mayor parte de cada día sumergidos en ríos, donde sus principales depredadores son los cocodrilos. Los hipopótamos adultos frecuentemente matan cocodrilos que intentan morderlos, pero los juveniles a menudo sucumben a las lesiones sufridas durante los ataques de emboscada de cocodrilo. Los hipopótamos viven en manadas que contienen un macho adulto, 10 a 20 hembras adultas y su descendencia. Este comportamiento de agrupación es un mecanismo de defensa eficaz que disuade a muchos posibles depredadores.
Mientras se alimentan en tierra, los principales depredadores que enfrentan los hipopótamos son los leones y las hienas. La caza furtiva es una amenaza igualmente seria. Los colmillos de hipopótamo están en demanda porque están hechos de marfil, el mismo material que forma los colmillos de elefante. También hay un mercado subterráneo para la carne de hipopótamo.
Además de su necesidad de protegerse contra los ataques, los hipopótamos necesitan protección contra la luz solar abrasadora. Pasan la mayor parte de cada día casi completamente sumergidos en ríos, con solo sus orificios nasales, oídos y ojos sobre el agua. Esto los mantiene frescos y cómodos durante las horas más calurosas del día. Los hipopótamos también secretan un aceite rosado viscoso que lubrica su piel gruesa, la protege del daño ambiental y mata las bacterias de la superficie.