Las luces de sodio funcionan utilizando altas temperaturas para producir calor, lo que genera luz. El color y la vibración de las luces producidas por las lámparas de sodio varían según la presión de la lámpara (que es alta o baja ) y la temperatura alcanzada por la cámara interna. A temperaturas más bajas, las luces de sodio generalmente comienzan como bombillas rojas y luego se vuelven amarillas y naranjas a medida que aumentan de calor.
Las lámparas de sodio de baja presión se utilizan con frecuencia en Europa para iluminación exterior. Estas luces emiten un vibrante tono amarillo limón al alcanzar sus temperaturas internas más altas. Estas lámparas están hechas de metal de sodio, que ayuda a dar forma a las lámparas en su forma sólida. El sodio metálico forma la columna vertebral del tubo de arco, que sirve como cámara para transmitir los vapores de sodio que surgen cuando se producen niveles bajos de calor. A medida que el aire se calienta, el vapor de sodio se transforma en gas de neón, que tiene un aspecto rojo. A medida que el gas se calienta, su color rojo cambia a naranja y, finalmente, alcanza un color amarillo en su punto más cálido. Algunas luces, especialmente aquellas con voltajes más bajos, producen gas argón además de los gases de neón, lo que les da un color más suave y un brillo más suave que sus contrapartes de alto voltaje.