Algunos ejemplos de proteínas simples son histonas, globulinas, glutelinas, albuminoides y albúminas. Cuando estas proteínas se descomponen químicamente con agua a través del proceso de hidrólisis, generalmente se descomponen en solo aminoácidos. Ocasionalmente, también se encuentra que contienen compuestos de carbohidratos pequeños.
Las histonas son las proteínas que ayudan al ADN a condensarse, por lo que pueden encajar dentro del núcleo en forma de cromosomas. Ciertas histonas sirven como estructuras en forma de carrete alrededor de las cuales se enrolla el ADN. Estas proteínas tienen una carga positiva, lo que les permite ser atraídos por el ADN cargado negativamente.
Las globulinas son proteínas simples que consisten en anticuerpos denominados globulinas gamma, enzimas y proteínas de transporte. Los niveles bajos de globulina en los análisis de sangre se asocian con afecciones como nefrosis, disfunción hepática y anemia hemolítica aguda. A la inversa, los niveles elevados de globulina pueden indicar una amplia gama de afecciones, algunas de las cuales incluyen infecciones parasitarias, artritis reumatoide, disfunción renal, leucemia y algunas infecciones virales y bacterianas.
A diferencia de las proteínas simples, las proteínas conjugadas contienen aminoácidos y componentes no proteicos. Las nucleoproteínas, las fosfoproteínas, las lecitoproteínas y las glicoproteínas son algunos ejemplos de proteínas conjugadas. Mientras tanto, una proteína derivada se forma a través de la alteración física o química de una proteína simple o conjugada. Los péptidos y las proteínas desnaturalizadas se encuentran en esta categoría de proteínas derivadas.