Jean Baptiste Lamarck, un biólogo francés que tenía una teoría de la biología evolutiva alternativa a la de Charles Darwin, explicó que las jirafas tienen cuellos largos porque al buscar hojas en las ramas altas de los árboles, sus cuellos se hicieron más largos y fuertes. Su descendencia, a su vez, heredaría cuellos un poco más largos.
Lamarck creía que la evolución pasaba de la simplicidad a la complejidad en una progresión ascendente continua. Cuando las especies evolucionaron lo suficiente, se convirtieron en otras especies, y cuando ya no se necesitaba un rasgo, estructura u órgano, desaparecía. Según Lamarck, esto se evidenció en el caso de jirafas que crecen de piernas y cuellos más largos a través de múltiples generaciones para satisfacer sus necesidades alimentarias. Darwin, por otro lado, argumentó que los animales con rasgos inherentes más eficientes sobrevivirían a través de la selección natural, y que estos animales transmitirían los rasgos que les ayudaron a sobrevivir a sus descendientes. El lamarckismo, o la teoría de la herencia lamarckiana, se abandona en la biología evolutiva moderna.
A partir de 2014, dos hipótesis principales explican el alargamiento de los cuellos de las jirafas. Uno, propuesto por Darwin y llamado la hipótesis del navegador de la competencia, postula que las jirafas desarrollaron cuellos largos para alcanzar alimentos inaccesibles para otros animales. La otra idea, desarrollada más tarde que la de Darwin y llamada hipótesis de selección sexual, sugiere que los cuellos largos evolucionaron para ayudar a las jirafas macho a luchar por la atención de las hembras.