La influencia de Napoleón en Europa incluyó la expansión del nacionalismo, los cambios en el poder mundial, el importante rediseño de las fronteras políticas y la difusión de las ideas napoleónicas de gobierno. El clima político de Europa tras la caída de Napoleón fue muy diferente de lo que había sido antes de su ascenso al poder. Las fuerzas e ideologías políticas resultantes de la era napoleónica influyeron en la política europea en los siguientes dos siglos, contribuyendo a las guerras mundiales.
Durante siglos antes de la Revolución Francesa, Francia había sido el poder político dominante en el continente. Después de las guerras napoleónicas, el país fue debilitado y drenado. Nunca volvió al estado que una vez tuvo; Gran Bretaña asumió el papel de superpotencia en jefe.
Las guerras napoleónicas también debilitaron profundamente la autoridad y el poder militar de España, que en un momento también había sido la mayor superpotencia mundial. Esta debilitación llevó a guerras de revoluciones en toda América española y la eventual pérdida de estas colonias por parte de España.
El régimen napoleónico difundió la ideología del nacionalismo. En Italia y Alemania, las ciudades-estado y los feudos comenzaron a consolidarse en estados-nación. El espíritu del nacionalismo motivaría en parte las grandes guerras del siglo XX. Además, los líderes nacionalistas y totalitarios del siglo XX implementarían muchas de las tácticas de gobierno utilizadas por el propio Napoleón: la censura, la propaganda y el estado militar.