Napoleón conquistó la mayor parte de Europa con una serie de tácticas perspicaces. Utilizó la fuerza militar, las maniobras políticas, las alianzas forzadas, la anexión y el idealismo para poner bajo su control a grandes franjas de Europa.
Napoleón, ante todo, fue un táctico militar astuto y un líder intrépido. Además de las tácticas inteligentes del campo de batalla, estaba preparado para asumir riesgos significativos y estaba dispuesto a sufrir grandes pérdidas. Esto lo hizo temible y peligroso para sus oponentes, y resultó en algunas derrotas aplastantes para sus enemigos, lo que le otorgó el control sobre ciudades, tierras y tronos. Él los anexó a Francia, expandiendo rápidamente su imperio europeo.
Una vez que tuvo el control de un país, a menudo usó su poder para deponer a las monarcas e instalar amigos cercanos o familiares en esos tronos. Un claro ejemplo fue su decisión de deponer al monarca español e instalar a su hermano como rey, en su lugar.
A menudo, la amenaza de invasión fue suficiente para aterrorizar a un país con una presencia militar más débil en la sumisión. Napoleón utilizó su influencia política y su poder militar para forzar alianzas.
Controló un imperio increíblemente exitoso y reprimió muchas objeciones a su gobierno al equilibrar las ideas ilustradas, la fuerza militar, el crecimiento de la industria y el orden social. Además, hizo cumplir el código napoleónico, que hizo que todos los ciudadanos, independientemente de su estatus social, fueran iguales ante la ley.