Según la Enciclopedia Británica, Napoleón Bonaparte difundió el nacionalismo en Inglaterra al cambiar el equilibrio de poder en Europa y el resto del mundo. Aunque la derrota de Napoleón se vio afectada por una alianza de países, Inglaterra recibió el crédito principal por la victoria. Esto permitió a Inglaterra convertirse en la fuerza dominante en Europa y en una gran parte del resto del mundo en los próximos años.
Durante las Guerras Napoleónicas, Inglaterra se vio obligada a luchar no solo en el frente europeo, sino también en otras partes del mundo, como Egipto, India, las Antillas, Sudáfrica y los Estados Unidos. Este conflicto en curso sirvió para fortalecer al ejército británico. Antes de los 23 años de guerra con Napoleón, contaba con apenas 40,000 hombres, pero en el momento culminante de la guerra, el ejército británico había alcanzado una fuerza de combate de más de 250,000. Cuando Napoleón fue derrotado, Inglaterra mantuvo una presencia militar abrumadora. Esto permitió a Inglaterra embarcarse en un programa de expansión imperial que incrementó enormemente su poder colonial.
Encyclopaedia Britannica señala que el fin del conflicto con Napoleón también trajo reformas en el país de Inglaterra. El estado se volvió más descentralizado, dejando más derechos en manos de ciudadanos autónomos. Aunque el gobierno central todavía era poderoso y no una democracia real, esta liberalidad creciente otorgó a los "ingleses nacidos en libertad" una mayor participación en las decisiones relacionadas con la economía y la sociedad. Todo esto llevó a un mayor sentido del nacionalismo británico.