Cuando los estibadores cerraron los puertos en Los Ángeles, los barcos llenos de mercancías se dejaron de pie en los muelles o se anclaron en la costa, ya que las grúas gigantes necesarias para descargarlos estaban en silencio. A su vez, no se podían cargar bienes para la exportación, lo que en efecto paralizó la economía de la nación.
El Puerto de Los Ángeles es una importante puerta de embarque para el resto de los Estados Unidos. La llegada del transporte de contenedores hizo más fácil y rápido cargar y descargar carga, pero también hizo que el sistema fuera más vulnerable. Las grúas gigantes levantan los contenedores de las bodegas y los colocan en un camión que espera. El camión se desplaza a través del país para entregar las mercancías o se dirige a un patio de ferrocarril. A veces los contenedores van directamente de barco a tren.
Cuando los puertos de Los Ángeles se cerraron, nadie estaba allí para operar las grúas. Los barcos que ya estaban acoplados no podían salir, lo que costaba tiempo y dinero a las compañías navieras. Si los bienes eran perecederos, el retraso era aún más costoso. Mientras tanto, los clientes que esperaban las mercancías estaban fuera de suerte.
Un paro de trabajo prolongado también provoca retrasos en la normalización de los horarios de envío, similar a la demora de vuelos en un aeropuerto que causa congestión en el aeropuerto. La diferencia es que las aerolíneas a menudo pueden poner a otro avión en servicio, pero un barco que se encuentre anclado y lleno de contenedores simplemente tiene que esperar.