Aunque el inventor de la cortauñas es desconocido, el dispositivo surgió por primera vez a fines del siglo XIX. Las primeras versiones parecían pinzas con sobrepeso y fueron operadas apretando, y el diseño no ha cambiado mucho desde entonces.
En 1881, una patente solidificó el diseño del dispositivo. La cortauñas descrita en esta patente también se usaba para abrochar guantes, y se construyó para colgar de un cinturón. La fabricación de estos primeros cortauñas era costosa, por lo que el dispositivo no tuvo éxito comercialmente. En la década de 1940, el diseñador estadounidense William E. Bassett hizo una versión más barata y más fácil de usar. Una innovación en el diseño de Bassett fueron los dos pequeños bultos que impiden que el brazo de una cortauñas se desplace hacia un lado mientras está doblado.