Las gacelas tienen una relación simbiótica mutualista con avestruces, donde ambas partes se benefician al aumentar su capacidad para detectar depredadores y alertarse entre sí sobre cualquier peligro que se presente. Como resultado, las gacelas forman grupos interespecíficos sueltos con avestruces , particularmente cuando se están alimentando, en momentos en que ambas partes son más vulnerables a ser atacados por los depredadores. Ambas partes tienen diferentes órganos sensoriales desarrollados.
Las gacelas tienen una audición extremadamente aguda que les permite determinar fácilmente si hay algún depredador cerca, basándose únicamente en los sonidos de su entorno. Por otro lado, los avestruces también tienen un sentido del olfato muy agudo, y también tienen una altura que les permite ver más lejos que las gacelas. Al trabajar juntos, las posibilidades de detección temprana de depredadores aumentan considerablemente, ya que estos animales pueden advertirse entre sí y huir antes de que los depredadores puedan acercarse a ellos.
Los avestruces también tienen una vista más aguda en comparación con las gacelas. Sus ojos miden aproximadamente 5 centímetros de diámetro, lo que les permite captar más estímulos y ser más sensibles a los cambios mínimos en su entorno.
Los avestruces tienen patas poderosas con un paso de 2.2 a 2.8 metros que les permite escapar fácilmente de los depredadores. Pueden alcanzar velocidades de hasta 80 millas por hora. Las gacelas, por otro lado, tienen cuernos poderosos y su fuerza en números también puede ser bastante intimidante para los depredadores.
