Según The Flow of History, durante la Revolución Francesa, los monarcas europeos temían que las ideas revolucionarias de Francia se difundieran, lo que provocaría una rebelión en sus propios reinos. Napoleón afectó a Europa de manera dramática, causando cambios que se llevarían Duro trabajo político para cambiar. Incluso después de su derrota, los países de Europa hicieron grandes esfuerzos para estabilizarse.
Francia fue la inspiración para los brotes de revolución en toda Europa, que se extendió hasta Sudamérica, entre 1815 y 1848. Napoleón difundió el liberalismo a través de Europa Occidental y Central, el nacionalismo a través de Europa Central y el Este. Las monarcas de los países afectados mantuvieron un delgado velo de paz durante este tiempo, solo para verlo perturbado por estos arrebatos rebeldes periódicamente.
La Revolución Francesa se encontró con una extraña suerte de éxito derrotado, ya que los monarcas aliados del resto de Europa lucharon por restablecer el equilibrio de poder a su favor. A través de deliberaciones casi debilitantes, decidieron que la única forma de hacerlo era devolver a Francia a su antigua posición. De lo contrario, sabían que estarían arriesgando el frágil equilibrio de poder y la estabilidad de toda Europa, y casi garantizarían revoluciones continuas que podrían ser peores que las de Francia. Napoleón sabía que sus ideas se extenderían y, a pesar de su derrota, lo hicieron.