Tomar estrógenos u hormonas feminizantes afecta el vello corporal, el desarrollo de los senos, la piel, la distribución de grasa y la masa muscular, según Transgender Care. Los genitales y la glándula prostática también se ven afectados. El uso a largo plazo puede resultar en infertilidad y puede reducir potencialmente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Los cambios en el vello facial y el tono de la voz son menores.
Muchos de estos efectos tardan mucho en aparecer y varían mucho entre las personas, informa Transgender Care. En promedio, el efecto del estrógeno sobre el desarrollo del tejido mamario es menos pronunciado que el de la población genética femenina y puede tardar hasta dos años en desarrollarse completamente. El crecimiento del vello corporal disminuye notablemente en el transcurso de varios años, y su efecto en el vello de brazos, piernas y pecho es más pronunciado que en las axilas, la aureola y el área púbica. La terapia hormonal femenina disminuye el tamaño de los testículos y el pene, reduciendo la producción de esperma y testosterona.
La terapia con estrógeno puede aumentar el riesgo de que una persona desarrolle diabetes tipo 2 o coágulos de sangre, advierte Gender Center. El crecimiento de los senos puede ir acompañado de una secreción conocida como galactorrea. El metabolismo a menudo disminuye, y la masa muscular es más difícil de adquirir, lo que resulta en un aumento de peso para muchos pacientes.
La terapia con estrógenos y anti-andrógenos también se usa para tratar el agrandamiento benigno de la próstata, informa Transgender Care. Los pacientes han reportado dificultad para orinar.